viernes, 11 de septiembre de 2015

¿Cómo hacer descripciones?

Muchos me han dicho que uno de mis puntos fuertes son las descripciones. Yo hasta entonces no me fije en cómo las hacia, solo me salia de forma natural. Aunque también me percate de que muchos tienen problemas con las descripciones de lugares, por alguna razón les resulta muy difícil describir de forma correcta. Ahora mostrare una técnica que uso y sirve para no describir de más ni de menos.


 Técnica de la visualización

 Supongamos que queremos narrar una escena en la que hay dos personajes. El primero entra a un baño y el otro desde la puerta le dispara en la cabeza. Podríamos detenernos a describir todo, pero esto le quitaría velocidad a una escena que requiere acción y no descripción. Entonces, ¿como hacemos una descripción que funcione y cree una buena imagen sin quitarle fluidez al texto?


 Paso 1: comienza visualizando el baño. Los elementos básicos y los que no lo son. Al principio te puede funcionar cerrar los ojos para que te sea más fácil. Yo ya lo interiorice, ahora lo hago de forma automática, mientras escribo. Debes pensar hasta el más mínimo detalle.


 Paso 2: una vez que hallas visualizado la escena toca sacar lo innecesario. Piensa en todo lo que no interrumpe en la escena, ahora sácalo. En el caso del baño sacaríamos adornos, cosméticos, etc. Aunque siempre es bueno dejar algún que otro detalle para que la escena no quede muy estereotipada y vacía. Quedaría: inodoro, lavabo, toalla, cortina, ducha o bañera. Como a nuestro personaje le van a disparar, nombrare que hay un espejo y el suelo esta un poco mojado porque alguien se bañó hace poco.



 Eso seria, a muy resumidas cuentas, una buena forma de hacer descripciones. También vale decir que, si bien no incluimos todos los detalles, es bueno tenerlos presentes en nuestra imaginación cuando escribimos. De esta manera nos metemos más en lo que escribimos e interiorizamos mejor. Además podremos narrar mejor ya que sabemos donde esta cada cosa. 

A continuación les dejo como quedaría el ejemplo que usé:

 Ricardo avanzó seguro, se sabía de memoria ese reducido espacio: podría caminar con los ojos cerrados sin siquiera chocarse con la blancura del retrete y el lavabo, que goteaba cada unos pocos segundos. Sus pies descalzos notaron que el suelo estaba mojado, la cortina estaba corrida y el espejo se estaba desempañando; su cerebro se puso en alerta: alguien se bañó ahí hace poco tiempo. A sus espaldas oyó que el picaporte de metal se giraba y un hombre en un elegante traje de corte inglés hacia presciencia. Ricardo no tuvo tiempo de pensar, una bala cortó el aire, emitió un estallido y un fogonazo salió del arma. Penetró su cráneo y un estallido de sangre, piel y pedazos de hueso saltaron por el aire.
 Su cuerpo cayó sin vida sobre el suelo de mármol, su cabeza destrozada rebotó con un sonido sordo. El espejo quedó empapado de un líquido espeso y rojo, augurando una muerte; la cortina quedo manchada con gotas color carmín; el agua del suelo expandió la sangre y la encamino por entre el mármol, llegó hasta el resumidero y se escapó. El hombre guardó la pistola, peinó su cabello húmedo, y salió de allí.

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